Lo vi por primera vez en un jaral de la Sierra del Relumbrar, en los confines orientales de Sierra Morena. Corría el mes de junio y la alta primavera terminaba; en la dehesa vecina el pasto empezaba a dorarse, presagio de la cercanía del verano al igual que los florones marchitos de las jaras. EranSigue leyendo «El hipocístide»