Había en ese rincón del río un pasillo umbroso cubierto de higueras, y más allá el caz de un antiguo molino de agua, y junto a sus ruinas un enorme fresno. En su copa se posaba a veces una joven águila imperial, de esas que aprenden a cazar en el Campo de Calatrava. Bajo laSigue leyendo «Las náyades»