El sendero hacia el salto de agua estaba borroso y bastante confuso. Además nadie podía orientarme, porque la llovizna de esa mañana nublada de mayo había desanimado a los senderistas. Seguramente yo fuese la única persona de aquella sierra en kilómetros a la redonda. Me encontraba solo bajo la lluvia en lo más recóndito deSigue leyendo «Una cascada»