
El día más largo del año, el sol se levanta justo delante del corredor de un túmulo de los varios que forman el Castillejo del Bonete, las ruinas de un posible templo solar de la Edad del Bronce en el Campo de Montiel. Hoy como hace cuatro mil años, cuando allí se celebraban ritos que nadie recuerda, el solsticio de verano marca el final de la primavera y el inicio de la estación de las cigarras. Pero ellas sabían cuándo va a empezar el verano desde mucho antes de que lo averiguasen los humanos. ¿Cómo puede ser, si no, que cada año las oigamos cantar siempre desde mediados de junio, pocos días antes de que el sol ascienda al máximo en el firmamento? Da lo mismo que haga calor de junio en abril, o que llegue mayo con temperaturas propias de julio: las primeras cigarras se escucharán invariablemente en torno al solsticio. Es como si fuesen pequeños astrónomos que de alguna manera viven según la posición orbital de La Tierra, posiblemente desde hace millones de años.
Cuando el sol ascienda lo suficiente y las horas de luz ronden su máximo anual, una noche se animarán a emerger de sus túneles subterráneos las ninfas de Cicada, todavía muy distintas al insecto adulto. Han pasado unos cuantos años bajo tierra, excavando galerías con sus recias patas delanteras y chupando savia de las raíces con su imponente pico, hundiéndolo en la madera como gigantescos pulgones del subsuelo. De algún modo han notado que se acerca su momento. Bajo la luz de las estrellas, por toda La Mancha millares de jóvenes cigarras trepan a una mata, o al tronco de un olivo, y allí la vida las transforma. Se abre la piel de su dorso, y trabajosamente lucha por salir del cascarón que la aprisionaba la forma perfecta de la cigarra: un insecto grande, robusto y pardo, abigarrado de oscuro, con una cara peculiar que le da aspecto simpático y unas alas largas transparentes, divididas en multitud de paneles como una vidriera medieval. Las Cicada han colonizado un año más el mundo exterior; ya podemos taparnos los oídos si queremos andar a pleno sol por los olivares y carrascales que inundarán con su canto. El jaleo de sus chirridos puede resultar ensordecedor. Pero sin esa estridente matraca, repetida sin descanso, ¡qué distinto sería el verano mediterráneo! Le faltaría un gran solista a su banda sonora natural, y además uno de los que le dan más personalidad, pues en toda Europa las Cicada habitan exclusivamente en las tierras del sur.
Las cigarras adultas continúan saliendo del suelo durante las semanas siguientes. Viven solo un verano, y en ese tiempo se dedican fundamentalmente a cantar y a sorber savia. Cantan los machos nada más, desde dos cavidades membranosas, los timbales, que tienen a cada lado del abdomen. La cigarra entera tiembla con cada chirrido que sale de sus timbales, como veremos si logramos la hazaña de localizar a una cantando, cosa muy difícil porque se camuflan increíblemente y callan al menor ruido que hagamos. Toman savia como ya hacían en las raíces, pero ahora hincando el pico en las ramas de un olivo o encina.
Descubrí que la mejor manera de observar con calma a unos animales tan huidizos como las cigarras es levantarse muy temprano, para sorprenderlas adormecidas aún con el fresco de la noche. Así podremos acercarnos a ellas lo suficiente para fotografiarlas y conocer un poco más sobre sus vidas. Seremos testigos de que a veces las molestan las hormigas, esas patrulleras que recorren las ramas en busca de pulgones que les regalen una gota dulce de melazo. A falta de eso, también les gusta la savia que rezuma por los bordes del agujero donde la cigarra ha clavado su pico. Ella parece sobrellevar con paciencia que se le suban las hormigas y que se arrimen a su banquete líquido, pero todo tiene un límite. Cuando se cansa de esas merodeadoras, echa a volar despidiéndose con un sonoro chasquido y regándolas con orina. De esto deduciremos que la famosa fábula de la Esopo está totalmente al revés: como ya nos contó Jean Henri Fabre, el mendigo en realidad no es la cigarra, sino la hormiga.
Mucho más peligroso para una cigarra será que se le acerque el enorme grillo verde Tettigonia viridissima. Este saltamontes de antenas largas emite un sonido que recuerda al de un canario de agua hecho de cerámica, trepa en verano por la copa de las encinas y allí da buena cuenta de muchos insectos. Caza cigarras de noche, cuando están calladas y descansando, y su ataque explica los misteriosos chicharreos que en ocasiones se escuchan de madrugada, el chirrido desesperado de la cigarra sosprendida por su cazador. Ya Fabre se dio cuenta de esto e incluso vio a los Tettigonia devorar cigarras al amanecer. Las gruesas y suculentas cigarras les encantan además a bastantes aves de nuestros campos, muy coloridas, como la carraca, de plumaje azul turquesa con manto acastañado.
Aparte de Cicada orni, la chicharra más común en los olivares manchegos, hay bastantes especies de cigarras en la península Ibérica: Lyristes, Cicadetta, Tettigetta… De la mayoría desconocemos mucho, tanto que seguramente faltan por descubrir algunas especies de esas que solo se diferencian por su canto. Cada una tiene su propia canción, su solo particular de chirridos sincopados. Todas juntas componen un concierto de verano al aire libre semejante a un festival de música chillona, pero alegre, al que todos estamos invitados.
Referencias:
– La orientación respecto al sol de Castillejo del Bonete: Benítez de Lugo Enrich, L. y Esteban, C. 2018. Arquitecturas simbólicas orientadas astronómicamente durante el Neolítico Final, el Calcolítico y la Edad del Bronce en el sur de la Meseta. Spal – Revista de Prehistoria y arqueología 27, 61-87.
– La historia de la cigarra según el Maestro que me enseñó a observar a los insectos: Fabre, J.H. 1897. Souvenirs entomologiques – Cinquième série. Librairie Ch. Delagrave, Paris.
– Los pájaros que cazan cigarras: Pons, P. 2020. True cicadas (Cicadidae) as prey for the birds of the Western Palearctic: a review. Avian Research 11, 14.
– La desconocida variedad de las cigarras ibéricas: Puissant, S. y Sueur, J. 2010. A hotspot for Mediterranean cicadas (Insecta: Hemiptera: Cicadidae): new genera, species and songs from southern Spain. Systematics and Biodiversity 8, 555-574.